El insomnio es un término médico que se traduce como «incapacidad para dormir». El nombre, sin embargo, oculta el quid de la cuestión: las personas afectadas pueden dormir, pero sólo durante un periodo de tiempo reducido o quizás drásticamente acortado. De hecho, muchos de los afectados tienen dificultades para conciliar el sueño y mantenerlo.
La mitad de las personas sufrirán insomnio en algún momento de su vida. El insomnio crónico es una condición que afecta a aquellos que han luchado con él durante más de medio año. Las mujeres se ven afectadas con más frecuencia que los hombres.
Síntomas del insomnio
En la mayoría de los casos, el insomnio se presenta como una dificultad para mantener el sueño en un tiempo prudencial, aproximadamente 20 minutos. Con frecuencia se caracteriza por la incapacidad de dormir toda la noche: los afectados permanecen despiertos durante varios periodos de la noche y son incapaces de volver a dormirse. Con frecuencia, ambos síntomas coexisten.
Efectos secundarios del insomnio
La somnolencia diurna se produce cuando el tiempo total de sueño de una persona durante un ciclo de 24 horas cae por debajo del nivel mínimo necesario del individuo y es persistentemente demasiado bajo.
En la mayoría de los casos, los insomnes (los que padecen insomnio) no pueden (¡y no deben!) dormir durante todo el día a pesar de su agotamiento. Son menos capaces de trabajar bajo presión, son propensos a la irritabilidad y tienen una capacidad de concentración restringida. Así, no sólo la noche se convierte en un suplicio, sino también cada día.
Este es el caso frecuente de las mujeres que están sobrecargadas de responsabilidades familiares y profesionales. Acaban perdiendo su capacidad de desconectar y relajarse por la noche, algo necesario para dormir.
Incluso cuando se eliminan las obligaciones familiares o profesionales, la incapacidad de relajarse y el insomnio persisten.
Fobia a la cama
Las personas que tienen dificultades para conciliar el sueño o para dormir por la noche suelen sufrir una gran presión. La cama, que se supone que es un lugar de descanso y recreo, se considera cada vez más una fuente de miseria, de cavilaciones tensas y de problemas. Si el insomnio persiste durante un largo periodo de tiempo, los individuos afectados pueden verse atrapados en un verdadero círculo vicioso: la ansiedad de fracasar por falta de sueño suficiente durante el día se desarrolla de noche en noche. Cuanto más persiste la privación del sueño, más imperioso se vuelve el impulso de forzar el sueño. Sin embargo, como la tensión y el sueño son mutuamente excluyentes, conciliar el sueño y dormir toda la noche se hace aún más difícil.