Ampliamente utilizada, la dipirona es un fármaco analgésico, que contempla acciones antipiréticas, espasmolíticas y efectos antiinflamatorios, siendo su mayor compuesto activo el metamizol sódico, el cual, tal y como se describe a profundidad en https://www.clorurodesodio.org/metamizol-sodico/ registra su primer uso médico, justamente en el año 1920 gracias a la compañía farmacéutica de origen alemán, Hoechst Ag.

Con una amplia variedad de nombres comerciales, la dipirona puede encontrarse en presentaciones diversas, tal y como es el caso de soluciones inyectables, comprimidos, jarabes, gotas y supositorios, como es de esperarse, contempla algunas contraindicaciones y efectos secundarios, de ahí la importancia de acudir al médico para que sea él quien determine la dosis precisa y la frecuencia de la administración.

Farmacología de la dipirona

En efecto, la dipirona se establece como un derivado de la aminopirina, la cual también es denominada noramidopirina, metamizol y metampirone, es un compuesto hidrofílico que en solución es rápidamente hidrolizado a sus metabolitos y asimismo, revela un bajo peso molecular (351,3 daltons).

En relación a su forma de uso, esta depende de manera directa de la presentación farmacéutica que será empleada, así, por ejemplo, la dipirona inyectable puede ser administrada por vía intravenosa o intramuscular a una velocidad de infusión que no exceda 50 mg por minuto; para adultos y adolescente que se encuentren por encima de los 15 años, será de 2 a 5 mL en dosis única, hasta una dosis diaria de 10 mL como máximo.

Usos de la dipirona

Si lo que se desea, es acudir a sus efectos analgésicos, este fármaco resulta óptimo para hacerle frente a los cuadros de migraña, molestias de tipo odontológico, dolores crónicos incluyendo los ocasionados por el cáncer, aquí se debe hacer la salvedad de que ésta funciona mucho mejor que la morfina, igualmente, dolores derivados de cirugías y dolores agudos en general. A partir de su efecto antipirético, es posible controlar la fiebre incluyendo la fiebre refractaria.

Por regla general, todos estos efectos se pueden observar en un lapso de entre 30 a 60 minutos inmediatamente después de la administración y se mantienen alrededor de unas 4 horas.

Debido a que los reportes de casos de agranulocitosis, han puesto en tela de juicio la seguridad de su consumo, algunos países han optado por restringir su uso, pero lo que si está claro es que los reportes más recientes coinciden en informar que la incidencia de este efecto colateral es muy baja y que se encuentra sujeta a variabilidad geográfica, patrones de uso, duración del tratamiento y dosis.